Setembre 10, 2022 –
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10 set 2022
En EE.UU., la población general y los docentes piensan que en las escuelas debería enseñarse la ciencia que subyace a la crisis climática. La industria energética, en cambio, trata de impedirlo.
En Texas, el Consejo de Energía, una coalición que agrupa a las empresas gasísticas y petroleras, participa en la elaboración de las directrices curriculares de ciencias. Su propósito es fomentar el inactivismo y las actitudes positivas frente a los combustibles fósiles.
Dado que Texas es el estado en que más libros de texto se venden, los editores elaboran los materiales educativos acorde con las directrices tejanas, tradicionalmente conservadoras. Puesto que estos libros se venden luego en muchos otros estados, ello acaba condicionando lo que se enseña en las aulas de todo el país.
Ganó el abogado. Al final, la junta decidió que los alumnos de ciencias de secundaria estudiaran, en su lugar, «el ciclo del carbono».
Durante los dos últimos años, en las reuniones de las juntas de educación de todo Estados Unidos se han oído protestas contra las mascarillas o las listas de lectura y se ha debatido sobre si se debe prohibir la educación sobre el racismo estructural. En Texas, se respiraba una agenda política más tranquila, en la reunión con poca asistencia que se celebró para elaborar las directrices curriculares para la educación científica (las guías que definen qué deberían aprender los estudiantes en cada asignatura y curso). Por primera vez, la Junta Estatal se había planteado exigir a los estudiantes que aprendieran algo sobre el cambio climático antropogénico. Esta propuesta originó una tensa disputa entre los representantes de la industria, interesados en fomentar las actitudes positivas frente a los combustibles fósiles, y los defensores de la educación, que piensan que los estudiantes deben aprender la ciencia que subyace a la crisis climática que se desarrolla a su alrededor.
La adopción de las directrices curriculares constituye un ejercicio de burocracia, pero los resultados influyen sobremanera en lo que se enseña en las aulas. Las editoriales las consultan cuando han de escribir sus libros de texto. Los funcionarios de educación las utilizan a la hora de elaborar sus pruebas. Los distritos escolares recurren a ellas para elaborar sus planes de estudio. Lo mismo hacen los profesores cuando diseñan sus asignaturas. Cada estado adopta sus propias directrices, pero hace mucho tiempo que las aprobadas por Texas tienen una influencia que traspasa las fronteras del estado.
En el pdf adjunto podeis descargar el artículo completo publicado en el ultomo numero de la revista Investigación y Ciencia, septiembre de 2022

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Autor font: Barcelona.indymedia.org